-Muchas horas de entretenido y ameno trabajo.
-Mucho interés.
-Una azada, qué nombre más bonito. Una les daba a cada miembro del gobierno, y a algunos sujetos más. Pero bien grande.
Y al lío,
La cosa empeoró cuando al seguir cavando encontré un empedrado hecho a conciencia, con cantos de río incrustados en posición vertical. Así se hacían las eras para trillar o el suelo de cuadras y corrales, con cantos lisos y planos e incrustando la mayor superficie posible de piedra en el suelo para evitar su desplazamiento.
La cosa tiene su mérito, y muchos sábados invertidos en la ociosa tarea. Pero todo tiene su fin.
Y su principio. Después de mucho cavar y echar buena tierra, estiércol y algunas horas de entretenido trabajo, llega la siembra en el mes de mayo.
Veinte plantas de tomate, seis de pimiento y cuatro de berenjenas.
Encañarlos es fundamental para evitar que toquen el suelo.
Y atarlos a las cañas para guiarlos hacia arriba.
La mayoría son de una variedad de la Sierra de Segura, negros, rosas, y rojos. Son tomates de gran tamaño y muy carnosos y extraordinariamente sabrosos. Cuatro plantas me las dio el amigo Phil, apasionado hortelano natural de la isla de Man y afincado en Tosiria. Espero que, al menos, lo que salga sean tomates. Es que me dijo que eran azules¿?
¡Hay que ver el cariño que uno le coge a sus tomates!