sábado, 27 de diciembre de 2014

Calabacines con pesto y piñones

Ingredientes,

-Calabacines
-Albahaca fresca
-Piñones
-Queso curado
-AOVE
-Sal Maldón
-Pimienta molida
-Un diente de ajo

Y al lío,



Lavar y pelar los calabacines y cortarlos en láminas de medio centímetro más o menos. A veces los hemos hecho a la plancha pero en esta ocasión los hicimos al horno; precalentarlo, yo lo puse  a 180º, con ventilador y la parte superior encendida. Poner unas gotas de AOVE sobre cada lámina por ambas caras y extenderlo con una brocha. El objetivo es que se asen de manera que queden enteros sin que queden demasiado blandos. Yo los tuve una media hora y les di una vuelta a los 15 minutos más o menos. Así quedaron bien pero dependerá del producto y del horno.


Lavar y secar las hojas de albahaca y picarla bien; si uno lo hace a cuchillo disfrutará del aroma de la albahaca mientras la pica sobre la tabla pero también se puede hacer, más rápido,  con una picadora o incluso en el mismo mortero.


Machacar en el mortero un diente de ajo, unos granos de pimienta y otros de sal, y añadirle la albahaca bien picada. Mezclar bien.


Cubrir de buen AOVE. Yo puse este magnífico caldo de recolección muy temprana, octubre, de llamativo color verde y con intensos aromas frutales. Exquisito aceite.


Tostar los piñones a fuego medio. No conviene dejar de prestarle atención y de remover constantemente porque es fácil que se quemen. No lo permita que son  muy valiosos y caros.


Cortar el queso en lascas finas. Sirve cualquier queso curado, manchego, parmesano...,


Yo utilicé queso de Menorca, salino y con mucha presencia. Exquisito.


Cubrir las láminas de calabacín con unos pocos granos de sal maldón, una cucharada generosa de pesto, lascas de queso y, finalmente, los piñones.

 

Y a comer que se enfría.

domingo, 21 de diciembre de 2014

Ajo de harina con guíscanos

Ingredientes,

-Guíscanos
-Patatas
-Pimientos rojos secos
-Pimentón de La Vera
-Tomate
-Harina
-Ajos
-Aceite de Oliva Virgen Extra
-Agua
-Sal

Y al lío,



Guíscanos, Nízcalos,  Lactarius deliciosus..., Estos los cogimos el día 13 de diciembre en el paraje conocido como La Cabeza, fecha muy tardía para encontrar este delicioso manjar por estas tierras de la Sierra de Segura. Dadas las fechas pensábamos que no encontraríamos pero como quiera que no llovió en agosto ni en setiembre, salieron tarde y ahí estuvimos para cogerlos. La gran Araceli bien los celebró cuando se los mostramos, ¡ay cuanto guíscano!, exclamaba feliz mientras los miraba.


Ella se ocupó de limpiarlos cuidadosamente con un paño húmedo. Siempre ha sido una gran guiscanera muy avispada, lista como ella sola.


Freír los 3 dientes de ajo junto a los pimientos rojos. Esto ha de hacerse a fuego medio bajo e ir dándoles vueltas constantemente para que no se quemen. Sacar y reservar para picarlos posteriormente.



Trocear los guíscanos y freírlos en una olla con el aceite en el que hemos frito los pimientos hasta que pierdan casi toda su agua.


Añadir la patata cortada a cuadros y dejar que se vaya friendo con los guíscanos. Remover con frecuencia para que no se pegue.


Picar con la batidora los pimientos rojos y los ajos fritos junto a un diente de ajo crudo y un tomate maduro rallado.


Añadir una cucharada rasa de pimentón, dar unas vueltas y cubrir bien de agua; yo puse un par de litros más o menos para ocho personas. Y que hierva que hierva haciendo chups, chups.


Verter el picado de pimientos, ajos y tomate sobre el guiso y dejar hervir otro ratito.


Desleír la harina, cuatro cucharadas, con sal en un vaso de agua fría de manera que no queden grumos.


Echar la gacheta al guiso y remover para que se integre bien. Y que hierva otro ratito.


Mientras tanto hicimos unos cuantos en las ascuas con un chorreón de AOVE y unos granos de sal maldón. Ni ajo ni perejil, sabor natural y olor a monte.


Y a comer que se enfría.

Son numerosos los platos de la Sierra de Segura que llevan por nombre ajo..., ajopringue, ajo atao, ajo mulero..., y que no necesariamente llevan ajo como ingrediente relevante. Y es que el nombre se le da a estos guisos no por el ajo sino por la manera en la que están trajinados. Son platos triturados, molturados, hechos puré; hecho ajo se dice aquí de algo que está machacado o remolido. Cosas del lenguaje y de la sorna serrana.

domingo, 16 de noviembre de 2014

Sardinas marinadas en vino blanco

Ingredientes:

-Sardinas
-Vino blanco, albariño en este caso
-Un tomate
-Aceitunas negras
-Huevas de salmón
-Tostas de pan o regañás
-AOVE
-Sal gorda

Y al lío,



Limpiamos las sardinas y las liberamos de tripas, espinas y escamas. Esto es lo más laborioso, requiere tiempo y paciencia pero merece la pena.


Lavarlas muy bien y dejarlas un rato en agua fría hasta que pierdan todo rastro de sangre.



Secarlas con papel absorbente y cubrirlas con el vino blanco. Se puede utilizar cualquier vino pero siempre que sea de cierta calidad, yo usé un albariño. Dejarlas en el frigorífico un par de horas como mínimo.


Escurrir y volver a secar muy bien con papel absorbente.


Colocar varias capas de papel absorbente en el fondo de un recipiente para que absorba el agua que pierdan y sobre este una capa de sal gorda. Ir colocando capas de sardinas y de sal gorda.


Una vez cubiertas de sal, dejarlas unas horas. Yo las tuve una noche.


Rallar tomate y mezclar con un buen aceite de oliva virgen extra. Formar un rulo con la sardina e introducir el tomate con el AOVE en su interior y cubrir con las huevas.


Otra forma de presentación fue sobre regañás con tomate y cubiertas con una tapenade de aceitunas negras, AOVE y orégano. Riquísimas, oiga. 

jueves, 28 de agosto de 2014

Fideuá ciego o del señorito


Ingredientes,

-Sepia, una hermosa
-Un par de calamares medianos
-Langostinos
-Gambas
-Una lata de berberechos
-Fideos, medio kg
-Un pimiento rojo
-Tres dientes de ajo
-Un tomate maduro
-Unas hebras de azafrán
-Pimentón de la Vera
-Perejil fresco
-Un vasito de vino blanco
-Y el imprescindible AOVE

Y al lío,



Comenzamos haciendo un caldo de pescado; esto es importante porque sin un buen caldo no sale bien. Hacerlo es sencillo, pelamos las gambas y los langostinos y echamos sus cabezas y cáscaras a una olla con un poco de aceite de oliva virgen extra y la llevamos al fuego removiendo con frecuencia y sin contemplaciones. Pasados unos minutos, cuando hayan soltado su jugo, añadir un chorreoncito de coñá y seguir moviendo hasta que se vaya evaporando el alcohol. Como quiera que siempre que compramos merluza guardamos su cabeza y espinas para estos menesteres, pues a la olla con ellos. Además, le puse unas pieles de bacalao que siempre dejo secar cuando lo utilizamos en algún plato. En los caldos de pescado van fenomenal. Cubrir de agua,  con un litro y medio fue bien, y que hierva que hierva.


Cortamos la sepia en dados y los calamares en anillas y reservamos.


Comenzamos el sofrito echando AVOE en  la paella o paellera sin que cubra el fondo del todo. Una vez caliente echamos dos dientes de ajo laminados, después el pimiento rojo en daditos o tiras y le damos unas vueltas. Seguimos con la sepia y los calamares y dejamos unos minutos removiendo con frecuencia. Cuando estén, orillamos dejando el centro libre y echamos una cucharadita de pimentón, movemos y echamos encima el tomate rallado. Unos minutillos de más vueltas y añadimos el vasito de vino blanco con el azafrán tostado. 


Es el momento de añadir los fideos al sofrito e ir moviendo despacito un par de minutos.


Vamos añadiendo el caldo de pescado colado poco a poco, la lata de berberechos con su caldito, y el ajo y el perejil machacados en el mortero cubiertos con una cucharada de AVOE. El tiempo de cocción suele ser de alrededor de 7 minutos pero mejor ir probando.


Y a comer sin mancharse las manos que para eso es ciego o del señorito. Con un albariño nos lo comimos. 

miércoles, 27 de agosto de 2014

Restaurante Aponiente, imprescindible


Teníamos muchas ganas de comer en Aponiente y después de un viaje con ese propósito de unos cientos de km, llegó el momento.



La fiesta comenzó con unos embutidos marinos y piel de morena achicharrá. En el mar de Ángel León también se hace matanza. Textura y apariencia de embutidos y nítido sabor marino. Creatividad, pensarlo y hacerlo, y además hacerlo muy bien. Este exquisito bocado venía acompañado por una talega con un pan de camarones tan sorprendente como los embutidos.


Un elegante Mollete que no podía vivir sin atún en manteca. Otra vuelta de tuerca más con un resultado de una sencillez prodigiosa. Extraordinario.


Queso del mar, ordeñando mamíferos marinos. Textura de mozarella con grasas de pescados y erizo con AOVE. Sabor yodado. Este plato es el único que no comprendí, me pareció forzado y fuera de lugar.


Pescados honrados de la bahía de Cádiz  perfumados en brasas de huesos de aceituna. La humilde sardina y el popular jurel, llevados a la alta cocina, detalle que no debe pasar inadvertido para entender el planteamiento gastronómico de este artista de los fogones. Bien por honrar estos populares y cotidianos pescados.


Cañaillas como cabrillas, burgaillos como caracoles. Bígaros y cañaillas en una deliciosa y ligera  infusión típica de los caracoles.



La puntilla que quiso ser zanahoria y fue perfumada con especias del zoco. La emblemática puntillita de Cádiz rellena de crema de zanahoria e hinojo.



Cierra los ojos...¿a qué sabe el mar?El mar concentrado en tu boca. Plancton. Nunca  habíamos saboreado algo que supiera tanto a mar. Servido en una gelatina con berberechos, notas de pepino y cítricos. Alucinante, aun recuerdo su limpio y fresco sabor.



El pescado clandestino, que quiso ser un surimi de cangrejo. Pez Tomaso, remolacha y gengibre que por obra y gracia de este cocinero se presenta como si fuera un palito de cangrejo.




La caballa que murió dentro de un adobo respetuoso consigo misma.Otra delicia, lomo de caballa ligeramente adobada y especiada al estilo moruno.




La sopa fresquita que tomaban los mejillones de roca en verano para no perder su alcalinidad. Mejillones de roca en un ligero ajoblanco.



La gamba blanca que pelaba ajos verdes con la marea! Gamba en un corte transversal sobre una crema con toques de ajo, cítricos y wasabi. Esto no decae.




Cocinamos el interior del alma de un calamar de potera y....lo rociamos con una infusión marina menta-poleo de mojama. Así lo dejamos porque eso mismo fue.




Extraemos el amargor del pensamiento de un Langostino de Sanlúcar y..., los cocinamos con los dulces pensamientos de coñeta verde y galeras de carne. Langostino sobre un concentrado jugo de crustáceos, sabor marino muy intenso.



El fitoplancton cremoso y elegante acompañado de puntillitas rellenas de alioli hecho en mortero.
Este plato me pareció algo increíble, maravilloso.


El glamouroso y engreído Róbalo de caña lechal. Aquí hay un claro giro hacía tierra; es lubina pero parece que fuera o quisiera ser cochinillo.



Cocinamos el rabo de toro de mar como el toro de campo..., nos quedamos con su rabo! Y, efectivamente, llegamos a tierra. Aunque es atún o toro de Barbate parece que fuera o quisiera ser cuadrúpedo.




Os limpiamos el exceso de sal. Digestivo Quenelle de manzana, wasabi, plancton marino, hinojo.
Otra maravilla, cremoso helado de manzana verde y wasabi.



Actualizando la cultura Andalusí desde Medina Sidonia. Voluntariosa idea que quizá no estuviera a la altura del resto.

Con estos 16 platos y dos postres, tomamos la opción de maridaje de vinos con un servicio atento y muy generoso. El precio fue de 210€, dos personas.

Hemos podido disfrutar comiendo en  algunos restaurantes de dos y tres estrellas y, sin duda,  este ha sido el sitio donde más me he entusiasmado con la propuesta culinaria.  Se trata de una cocina muy personal, depurada, original, honrada y sin efectismos. Deseando volver.